Desde hace unos meses sufro el dolor y malestar de las obras en casa. Sí, ese mal por el que todos pasamos al menos una vez en la vida y del que es imposible escapar, ni tampoco los pobres y sufridos vecinos.
Hacer obras en casa supone dejar todo patas arriba de modo y manera que luego hay que hacer esfuerzos ímprobos para que uno se acuerde de dónde iba cada cosa antes del huracán. En esas me vi para recolocar todos y cada uno de los libros que albergaba mi casa-biblioteca. Al final he llegado a la conclusión de que hubiera sido mejor contratar un archivero, porque me consta que los libros que hay en mi casa debieron de ser el regalo de novios de Isabel a Fernando...
Y no sólo eso, sino que todas y cada una de las colecciones de Reader´s Digest (¿existe aún?) están también almacenadas en las estanterías que pueblan a sus anchas las parédes de mi hogar. Esos libros tan útiles como "El libro Guiness de los records", "Mil y un trucos para tu casa", "Los porqués de la Humanidad" y un largo etcétera de libros-armario sobre cómo hacer huevos sin aceite, que tan estupendamente adornan las baldas.
En fin, sobra decir que aprovechando la coyuntura he llevado a cabo la altruista labor de donar gratamente dichos libros a las bibliotecas públicas por si algún alma herrante tiene interés en saber cómo hacer bolillos o cuántas gotas de agua caben en un vaso de agua...
Esas son las obras. A cambio de todo el mal que he ocasionado a mis resignados vecinos haré una labor social a las bibliotecas municipales, dejándome llevar por mi espíritu socialista que en acciones como ésta de vez en cuando asoma. Como contrapeso del espíritu privatizante y privatizador que invade nuestra corte y villa...pero esa es otra cuestión.
sábado, 6 de septiembre de 2008
jueves, 21 de agosto de 2008
Qué lees en verano
¿Qué libro os estáis leyendo este verano?? u os habéis leido ya...El verano es una época ideal para leer así que desde aquí os animo a lo hagáis. Aprovechad la playa, aparte de para tostaros, para coger un libro que os resulte interesante. Si no estás acostumbrado a leer no empieces con "Crímen y castigo". Yo os recomiendo "El último judío", no es una joya de la literatura pero, al menos, es entretenido. Yo me voy a empezar (aunque no en la playa sino en el metro, lo cual es más trite) "Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay" de Michael Gabon. Ya os contaré qué tal, aunque es bastante largo, así que me temo que le voy a dedicar algo más que el verano.
¿Qué libro recomiendas tú para el verano? ¿Cuál ha sido el elegido?
¿Qué libro recomiendas tú para el verano? ¿Cuál ha sido el elegido?
jueves, 31 de julio de 2008
Sánchez Dragó pillado in fraganti!!!
Hola, hola!! me he estado paseando estos días por internet y he descubierto un video muy bonito y bastante clarificador de la honestidad de nuestra estrella de la televisión regional: Sánchez Dragó. Sale el susodicho con la otra superstar de la política municipal, Ana Botella, hablando sobre la autoría del libro del presentador. Lo que no sabían es que un micro traicionero estaba abierto...jijijiji... Aquí va:
Jijijiji...
Jijijiji...
domingo, 27 de julio de 2008
El cuento del bosque
Érase una vez que se era un hombre avaro amo y señor de un pueblo en el que vivía gente muy pobre. Un día, desafiando al destino, se adentró en un bosque lleno de árboles al que llamaban el bosque de los deseos. La leyenda decía que quien se adentraba en el bosque no podía salir nunca, pero el hombre, atraído por el nombre del bosque, se adentró en él.
Mientras caminaba escuchó una voz que la llamaba, pero no había nadie. Entonces descubrio que era uno de los árboles. El hombre se acercó al árbol del que procedía la voz, pegó el oído al tronco y escuchó...
- Te has adentrado al bosque los deseos, ¿sabes por qué se llama así?
- No - Respondió.
- Se llama así porque la gracia ha caído sobre ti, asi que ahora puedes pedir tres deseos, pero con una condición: no puedes pedir nada que sólo te beneficie a ti.
El hombre se detuvo a pensar la manera de burlar la condición que le había impuesto y entonces le dijo al árbol:
- Está bien, quiero el doble del dinero que tengo para dárselo a las familias pobres que viven en mis propiedades.
Entonces a su lado apareció una montaña de oro, pero cuando fue a cogerlo desapareció. Buscó con la mirada y lo encontró en una esplanada que se abría a unos metros. Llegó hasta allí para recogerlo, pero cuando lo iba a hacer volvió a desaparecer. El hombre, enfadado, intentó correr para buscarlo, pero descubrió que no podía mover las piernas porque estaban enterradas en el suelo. Poco a poco sus brazos fueron perdiendo la forma humana hasta que se convirtieron en ramas y su cuerpo se trasnformó en un tronco. De repente se había convertido en un arbol más. Entonces el viento que pasó por su lado le susurró:
- La condición que te pusimos fue que no podías pedir un deseo que sólo te beneficiara a ti, pero nos has desafiado. El castigo es convertirte en un arbol para toda la eternidad.
Ante la prolongada ausencia del señor del pueblo, sus familiares, también ricos y avaros, fueron a buscarle al bosque, pero ninguno volvió. Éste era cada vez más grande y frondoso y cada vez que alguien salía a buscar al que no había vuelto, crecían más árboles. Así, hasta que no quedó ninguno de los allegados del temible amo.
Entonces, la gente pobre del pueblo, sometida durante años a su tiranía, dejó de pasar hambre y poco a poco se fueron olvidando de las penuerias del pasado. Todos se convirtieron en prósperos y ricos. De esa manera, a medida que pasaban los años, el pueblo se fue convirtiendo en una pudiente villa llena de burgueses acomodados. Como no dejaba de crecer nadie se daba cuenta de que el bosque tampoco.
En la actualidad se llama el bosque de los avaros, pero sobre él ya no hay árboles porque un buen día llegó una constructora y los taló todos. Sin embargo, la esencia de la maldición continúa y ahora lo que hay es un bosque de pisos que no ha dejado de crecer en los últimos años...
Mientras caminaba escuchó una voz que la llamaba, pero no había nadie. Entonces descubrio que era uno de los árboles. El hombre se acercó al árbol del que procedía la voz, pegó el oído al tronco y escuchó...
- Te has adentrado al bosque los deseos, ¿sabes por qué se llama así?
- No - Respondió.
- Se llama así porque la gracia ha caído sobre ti, asi que ahora puedes pedir tres deseos, pero con una condición: no puedes pedir nada que sólo te beneficie a ti.
El hombre se detuvo a pensar la manera de burlar la condición que le había impuesto y entonces le dijo al árbol:
- Está bien, quiero el doble del dinero que tengo para dárselo a las familias pobres que viven en mis propiedades.
Entonces a su lado apareció una montaña de oro, pero cuando fue a cogerlo desapareció. Buscó con la mirada y lo encontró en una esplanada que se abría a unos metros. Llegó hasta allí para recogerlo, pero cuando lo iba a hacer volvió a desaparecer. El hombre, enfadado, intentó correr para buscarlo, pero descubrió que no podía mover las piernas porque estaban enterradas en el suelo. Poco a poco sus brazos fueron perdiendo la forma humana hasta que se convirtieron en ramas y su cuerpo se trasnformó en un tronco. De repente se había convertido en un arbol más. Entonces el viento que pasó por su lado le susurró:
- La condición que te pusimos fue que no podías pedir un deseo que sólo te beneficiara a ti, pero nos has desafiado. El castigo es convertirte en un arbol para toda la eternidad.
Ante la prolongada ausencia del señor del pueblo, sus familiares, también ricos y avaros, fueron a buscarle al bosque, pero ninguno volvió. Éste era cada vez más grande y frondoso y cada vez que alguien salía a buscar al que no había vuelto, crecían más árboles. Así, hasta que no quedó ninguno de los allegados del temible amo.
Entonces, la gente pobre del pueblo, sometida durante años a su tiranía, dejó de pasar hambre y poco a poco se fueron olvidando de las penuerias del pasado. Todos se convirtieron en prósperos y ricos. De esa manera, a medida que pasaban los años, el pueblo se fue convirtiendo en una pudiente villa llena de burgueses acomodados. Como no dejaba de crecer nadie se daba cuenta de que el bosque tampoco.
En la actualidad se llama el bosque de los avaros, pero sobre él ya no hay árboles porque un buen día llegó una constructora y los taló todos. Sin embargo, la esencia de la maldición continúa y ahora lo que hay es un bosque de pisos que no ha dejado de crecer en los últimos años...
martes, 22 de julio de 2008
Los principios de los libros
Hay una parte del libro que, por lo menos a mí, me parece de las más interesantes: el principio de los libros. Reconozco que soy de es@s que tiene que sentir feeling con el libro y además tiene que ser amor a primera vista si no, no hay oportunidad que valga. El principio es determinante, tiene que engancharte de alguna manera, empujarte a que sigas leyendo...Hay principios geniales, por ejemplo:
"El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros".
El principio de "Crónica de una muerte anunciada" es uno de mis favoritos. Pero tengo otro que, curiosamente, coincide con el de "Crónica..." al tratarse también de una prolepsis, es decir de una "ida" al futuro.
"La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia. Tenía los ojos oscuros y no hablaba nunca en voz alta. Sólo cuando la risa le llenaba la boca..."
Es un libro de Dulce Chacón, "La voz dormida". Muy recomendable, por cierto. Y bueno, ésos son mis principios favoritos. Ahora os toca a vosotos decirme cuáles son los vuestros.
"El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros".
El principio de "Crónica de una muerte anunciada" es uno de mis favoritos. Pero tengo otro que, curiosamente, coincide con el de "Crónica..." al tratarse también de una prolepsis, es decir de una "ida" al futuro.
"La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia. Tenía los ojos oscuros y no hablaba nunca en voz alta. Sólo cuando la risa le llenaba la boca..."
Es un libro de Dulce Chacón, "La voz dormida". Muy recomendable, por cierto. Y bueno, ésos son mis principios favoritos. Ahora os toca a vosotos decirme cuáles son los vuestros.
lunes, 21 de julio de 2008
Libros y comida, gran mezcla
Amigos y lectores acabo de hace un descubrimiento de esos que te dan años de vida. Se trata de un lugar en el que se alimenta el alma y también el estómago, que para el caso es muy importante también, sobre todo para los que nos damos a la buena alimentación.
Se trata de una librería donde se conjuga el amor por la literatura y el amor por la cocina. Qué podía ser sino !!una librería gastronómica!!. Se llama Cocineros.info y está por Puerta de Toledo. El otro día paseando por la zona la descubrí y no pude por menos que entrar a echar un vistazo. La visión fue espectaculas para mis ojos, siempre hambrientos de un buen plato de cocina en los que perderse. Lo mejor de todo es que no sólo encuentras libros, que los hay de todo lo relacionado con la gastronomía, sino también utensilios de cocina de lo más variado y curioso. Además se dan clases de cocina y todo, y lo mejor de todo: prestan un servicio asesor a través de sms en caso de necesitar un consejo culinario a tiempo. ¿Es o no una idea genial?
En fin, os recomiendo una visitita y ya me contaréis. !Un saludo!
Se trata de una librería donde se conjuga el amor por la literatura y el amor por la cocina. Qué podía ser sino !!una librería gastronómica!!. Se llama Cocineros.info y está por Puerta de Toledo. El otro día paseando por la zona la descubrí y no pude por menos que entrar a echar un vistazo. La visión fue espectaculas para mis ojos, siempre hambrientos de un buen plato de cocina en los que perderse. Lo mejor de todo es que no sólo encuentras libros, que los hay de todo lo relacionado con la gastronomía, sino también utensilios de cocina de lo más variado y curioso. Además se dan clases de cocina y todo, y lo mejor de todo: prestan un servicio asesor a través de sms en caso de necesitar un consejo culinario a tiempo. ¿Es o no una idea genial?
En fin, os recomiendo una visitita y ya me contaréis. !Un saludo!
sábado, 19 de julio de 2008
Elvira Lindo
Hola chicos!, siento últimamente los texto que os pongo (un poco largos), pero merecenla pena, e verdad. Os prometí hace unos días un artículo de Elvira Lindo sobre la siesta. Me gustó tanto que cada vez que lo leo me sigue pareciendo genialy divertido. Os lo dejo para que le echéis un vistazo, aunque os recomiendo que lo leáis entero. Se llama "Los años no perdonan".
"Un negocio no es negocio si no te permite levantarte a las diez de la mañana. Eso decía Lara, el creador de Planeta. En lo que a mí respecta diré que mi aspiración en la vida era encontrar un oficio que me permitiera dormir la siesta. Yo podría morirme ahora mismo dado que he visto mi sueño realizado, pero ¿por qué morirme, pregunto, si cada tarde espero con ilusión renovada el momento de despanzurrarme en el sillón y, abrazada al mando a distancia como el bebé a su chupete, dejo que la mandíbula se me hinque en el pecho? Ya de pequeña apuntaba. Frente a esos niños inquietos que desde los tiempos de Atapuerca han dando el coñazo a sus padres a las cuatro de la tarde y lo seguirán dando hasta que los polos se derritan y a los seres humanos no nos quede otra que volver a ser anfibios, frente a esos jodíosporculo, yo fui una niña burguesa, consciente de que no hay felicidad como la de dormir con la panza llena. A estas alturas sé el tipo de sueño que provoca cada alimento. El sueño de los garbanzos, por ejemplo, es pesado, como el del lobo que se comió a los siete cabritillos. Pero el sueño por antonomasia es el que da el arroz. ¡Qué perfección narcótica! El arroz es el opio del pueblo. Yo recuerdo que antes, cuando Franco, la siesta se asumía como una obligación moral. Imagino que en la España de entonces habría gente que trabajaba a esas horas, pero yo sólo cuento lo que vi, y lo que vi eran unos parientes, los míos, que se retiraban a sus camas de barrotes dos horas por lo menos. Y debe ser cosa genética porque, como digo, mi vida gira actualmente alrededor de la siesta. Todo lo que la interrumpa, la llamada telefónica de un ser querido o esos mensajeros que vienen con un libro para destrozarnos la vida, saca de mí el Gremlin que llevo dentro.
Hoy en día, echarse la siesta parece un acto vergonzoso. Ante el prestigio del dinamismo y el influjo de lo anglosajón, la siesta ha de vivirse en silencio, como las hemorroides. Por cierto, aquel mítico anuncio de la pomada antihemorroidal me parecía algo americano porque en España las conversaciones sobre temas marrones son muy populares y nadie mantiene sus asuntos con el señor Roca tan en secreto. En América todo lo escatológico es tabú. Hace poco leí en una revista neoyorquina un reportaje sobre una asociación para ciudadanos con colon irritable; una de las socias hablaba del alivio que había sentido al poder hablar de su problema con otras personas abiertamente. Me hizo gracia, aquí uno de nuestros temas estrellas es la colonoscopia. El que se la hace te la cuenta. Yo le dije a una amiga americana que vive en Madrid que, para completar su inmersión hispánica, se viera el anuncio que hace Carmen Sevilla sobre laxantes. Lo suelen emitir, además, a la hora de la siesta. Carmen, vestida de verde Ben-Hur, comparte confidencias con una amiga que está un poco estreñida. Carmen, todo bondad, le habla a la amiga de su propio tránsito intestinal, que al parecer ha vivido momentos perezosos. Carmen le recomienda un yogur mágico que, al menos, en lo que es el vientre de Carmen, ha hecho un trabajo magnífico; para que no quepan dudas, Carmen hace un gesto inconfundible con sus manos, como de barrido total, como de Carmen que se vacía de la propia Carmen. Mi amiga americana vio el anuncio y, roja como un tomate, me dijo con su acento de dama del sur: "Oh, Dios mío, ¿por qué Carmen tiene que contar eso?". Yo la tranquilicé diciéndole que, para un español, un amigo es ese ser al que se le pueden acabar contando problemas intestinales.
En fin, que lo bueno de echarse la siesta en el sofá es que es la hora en que salen los mejores anuncios: el de Carmen y los de pegamento para dentaduras, que si los hiciera Carmen ya serían de traca. La cosa es que la siesta encamada, que en este mundo frenético está mal vista, se ha sustituido por la de cabezada y mando. Yo sospecho que a esas horas hay muchos escritores cabeceando. Es más, sé que un gran número de ellos están entregados a eso que Molina Foix ha denominado el culebrón de izquierdas, Amar en tiempos revueltos (ATR). Podría dar nombres pero no quiero perder amigos. A mí no me importa confesarlo: ATR es el complemento perfecto para el sueño de la tarde. Puedes dormirte un rato, un minuto, un siglo, que cuando despiertes en el universo ATR todo seguirá igual, porque en ATR el tiempo es más lento que el tiempo real y tienen un pobre bebé que se les está haciendo grande y dentro de nada tendrán que cambiarlo por uno más chico, como hacían con Babe, el cerdito valiente. Llegará el buen tiempo, las focas canadienses morirán a palos, a la niña de Rajoy le vendrá la regla y yo me iré a Nueva York, pero cuando vuelva, ATR seguirá en el mismo punto, aunque últimamente, con ese polvo tan anunciado de Hipólito y Dorita, ha subido la temperatura.
Me encontré con la actriz Marta Fernández Muro (Doña Paquita) en la calle de Lagasca y le dije: "Marta, ¿no sería posible acelerar un poquito la acción?". Marta me dijo que es que así los abuelos se enteraban mejor. Es verdad, pensé, incluso a los escritores nos viene bien, porque aunque pongamos en la solapa de los libros la foto de hace veinte años, también nos estamos haciendo mayores. Los años no perdonan.
"Un negocio no es negocio si no te permite levantarte a las diez de la mañana. Eso decía Lara, el creador de Planeta. En lo que a mí respecta diré que mi aspiración en la vida era encontrar un oficio que me permitiera dormir la siesta. Yo podría morirme ahora mismo dado que he visto mi sueño realizado, pero ¿por qué morirme, pregunto, si cada tarde espero con ilusión renovada el momento de despanzurrarme en el sillón y, abrazada al mando a distancia como el bebé a su chupete, dejo que la mandíbula se me hinque en el pecho? Ya de pequeña apuntaba. Frente a esos niños inquietos que desde los tiempos de Atapuerca han dando el coñazo a sus padres a las cuatro de la tarde y lo seguirán dando hasta que los polos se derritan y a los seres humanos no nos quede otra que volver a ser anfibios, frente a esos jodíosporculo, yo fui una niña burguesa, consciente de que no hay felicidad como la de dormir con la panza llena. A estas alturas sé el tipo de sueño que provoca cada alimento. El sueño de los garbanzos, por ejemplo, es pesado, como el del lobo que se comió a los siete cabritillos. Pero el sueño por antonomasia es el que da el arroz. ¡Qué perfección narcótica! El arroz es el opio del pueblo. Yo recuerdo que antes, cuando Franco, la siesta se asumía como una obligación moral. Imagino que en la España de entonces habría gente que trabajaba a esas horas, pero yo sólo cuento lo que vi, y lo que vi eran unos parientes, los míos, que se retiraban a sus camas de barrotes dos horas por lo menos. Y debe ser cosa genética porque, como digo, mi vida gira actualmente alrededor de la siesta. Todo lo que la interrumpa, la llamada telefónica de un ser querido o esos mensajeros que vienen con un libro para destrozarnos la vida, saca de mí el Gremlin que llevo dentro.
Hoy en día, echarse la siesta parece un acto vergonzoso. Ante el prestigio del dinamismo y el influjo de lo anglosajón, la siesta ha de vivirse en silencio, como las hemorroides. Por cierto, aquel mítico anuncio de la pomada antihemorroidal me parecía algo americano porque en España las conversaciones sobre temas marrones son muy populares y nadie mantiene sus asuntos con el señor Roca tan en secreto. En América todo lo escatológico es tabú. Hace poco leí en una revista neoyorquina un reportaje sobre una asociación para ciudadanos con colon irritable; una de las socias hablaba del alivio que había sentido al poder hablar de su problema con otras personas abiertamente. Me hizo gracia, aquí uno de nuestros temas estrellas es la colonoscopia. El que se la hace te la cuenta. Yo le dije a una amiga americana que vive en Madrid que, para completar su inmersión hispánica, se viera el anuncio que hace Carmen Sevilla sobre laxantes. Lo suelen emitir, además, a la hora de la siesta. Carmen, vestida de verde Ben-Hur, comparte confidencias con una amiga que está un poco estreñida. Carmen, todo bondad, le habla a la amiga de su propio tránsito intestinal, que al parecer ha vivido momentos perezosos. Carmen le recomienda un yogur mágico que, al menos, en lo que es el vientre de Carmen, ha hecho un trabajo magnífico; para que no quepan dudas, Carmen hace un gesto inconfundible con sus manos, como de barrido total, como de Carmen que se vacía de la propia Carmen. Mi amiga americana vio el anuncio y, roja como un tomate, me dijo con su acento de dama del sur: "Oh, Dios mío, ¿por qué Carmen tiene que contar eso?". Yo la tranquilicé diciéndole que, para un español, un amigo es ese ser al que se le pueden acabar contando problemas intestinales.
En fin, que lo bueno de echarse la siesta en el sofá es que es la hora en que salen los mejores anuncios: el de Carmen y los de pegamento para dentaduras, que si los hiciera Carmen ya serían de traca. La cosa es que la siesta encamada, que en este mundo frenético está mal vista, se ha sustituido por la de cabezada y mando. Yo sospecho que a esas horas hay muchos escritores cabeceando. Es más, sé que un gran número de ellos están entregados a eso que Molina Foix ha denominado el culebrón de izquierdas, Amar en tiempos revueltos (ATR). Podría dar nombres pero no quiero perder amigos. A mí no me importa confesarlo: ATR es el complemento perfecto para el sueño de la tarde. Puedes dormirte un rato, un minuto, un siglo, que cuando despiertes en el universo ATR todo seguirá igual, porque en ATR el tiempo es más lento que el tiempo real y tienen un pobre bebé que se les está haciendo grande y dentro de nada tendrán que cambiarlo por uno más chico, como hacían con Babe, el cerdito valiente. Llegará el buen tiempo, las focas canadienses morirán a palos, a la niña de Rajoy le vendrá la regla y yo me iré a Nueva York, pero cuando vuelva, ATR seguirá en el mismo punto, aunque últimamente, con ese polvo tan anunciado de Hipólito y Dorita, ha subido la temperatura.
Me encontré con la actriz Marta Fernández Muro (Doña Paquita) en la calle de Lagasca y le dije: "Marta, ¿no sería posible acelerar un poquito la acción?". Marta me dijo que es que así los abuelos se enteraban mejor. Es verdad, pensé, incluso a los escritores nos viene bien, porque aunque pongamos en la solapa de los libros la foto de hace veinte años, también nos estamos haciendo mayores. Los años no perdonan.
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