domingo, 27 de julio de 2008

El cuento del bosque

Érase una vez que se era un hombre avaro amo y señor de un pueblo en el que vivía gente muy pobre. Un día, desafiando al destino, se adentró en un bosque lleno de árboles al que llamaban el bosque de los deseos. La leyenda decía que quien se adentraba en el bosque no podía salir nunca, pero el hombre, atraído por el nombre del bosque, se adentró en él.

Mientras caminaba escuchó una voz que la llamaba, pero no había nadie. Entonces descubrio que era uno de los árboles. El hombre se acercó al árbol del que procedía la voz, pegó el oído al tronco y escuchó...

- Te has adentrado al bosque los deseos, ¿sabes por qué se llama así?
- No - Respondió.
- Se llama así porque la gracia ha caído sobre ti, asi que ahora puedes pedir tres deseos, pero con una condición: no puedes pedir nada que sólo te beneficie a ti.

El hombre se detuvo a pensar la manera de burlar la condición que le había impuesto y entonces le dijo al árbol:

- Está bien, quiero el doble del dinero que tengo para dárselo a las familias pobres que viven en mis propiedades.

Entonces a su lado apareció una montaña de oro, pero cuando fue a cogerlo desapareció. Buscó con la mirada y lo encontró en una esplanada que se abría a unos metros. Llegó hasta allí para recogerlo, pero cuando lo iba a hacer volvió a desaparecer. El hombre, enfadado, intentó correr para buscarlo, pero descubrió que no podía mover las piernas porque estaban enterradas en el suelo. Poco a poco sus brazos fueron perdiendo la forma humana hasta que se convirtieron en ramas y su cuerpo se trasnformó en un tronco. De repente se había convertido en un arbol más. Entonces el viento que pasó por su lado le susurró:

- La condición que te pusimos fue que no podías pedir un deseo que sólo te beneficiara a ti, pero nos has desafiado. El castigo es convertirte en un arbol para toda la eternidad.

Ante la prolongada ausencia del señor del pueblo, sus familiares, también ricos y avaros, fueron a buscarle al bosque, pero ninguno volvió. Éste era cada vez más grande y frondoso y cada vez que alguien salía a buscar al que no había vuelto, crecían más árboles. Así, hasta que no quedó ninguno de los allegados del temible amo.

Entonces, la gente pobre del pueblo, sometida durante años a su tiranía, dejó de pasar hambre y poco a poco se fueron olvidando de las penuerias del pasado. Todos se convirtieron en prósperos y ricos. De esa manera, a medida que pasaban los años, el pueblo se fue convirtiendo en una pudiente villa llena de burgueses acomodados. Como no dejaba de crecer nadie se daba cuenta de que el bosque tampoco.

En la actualidad se llama el bosque de los avaros, pero sobre él ya no hay árboles porque un buen día llegó una constructora y los taló todos. Sin embargo, la esencia de la maldición continúa y ahora lo que hay es un bosque de pisos que no ha dejado de crecer en los últimos años...

No hay comentarios: